Atmos ha combatido durante años el robo de producto de los ductos por casi 20 años. Nuestros sistemas e ingenieros detectan robos en todo el mundo. Países de Europa, Asia, América Latina y África conforman esta larga lista. Es sorprendente saber que gran parte del petróleo robado en América Latina tiene un destino cuánto menos curioso; la producción de cocaína.
El cultivo de cocaína se distribuye por toda la cordillera central y el norte de los Andes, concentrando aproximadamente el 60% de la producción en Perú, el 30% en Bolivia y el resto se reparte en toda Colombia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Argentina y Panamá. La producción de cocaína requiere una gran cantidad de disolvente orgánico inmiscible con agua - un sustituto de la gasolina. El crudo robado de los oleoductos se procesa en refinerías clandestinas. Se calientan en tanques, conocidos localmente como marcianos ya que se asemejan en la forma a platillos voladores. Se utilizan para crear un disolvente orgánico inmiscible con agua (por lo general el queroseno o, aunque con menor frecuencia, combustible diésel o gasolina), que se vierte sobre las hojas de coca para hacer cocaína. Se necesitan entre 74 y 86 galones de gasolina para procesar un kilogramo (2,2 libras) de cocaína.
Estimaciones establecen que estos criminales únicamente utilizan el 38 por ciento del producto robado, lo que indica que el 62 por ciento restante se desecha en el suelo, ríos y zonas verdes, entre otros. Un informe considera que del producto robado de Ecopetrol en Colombia entre 2015 y este año para esta causa han sido vertidos en los ecosistemas unos 192.200 barriles. El oleoducto Transandino, 307 kilómetros (191 millas) de largo y cuyo propietario es Ecopetrol SA, corre a través de un aislado y montañoso tramo al sur de Colombia atravesando las provincias que, según estimaciones de las Naciones Unidas, tienen las mayores plantaciones ilegales de la hoja de la coca de la nación. Robar el aceite proporciona el suministro gratuito y sin límites, que de de manera legitima no podían conseguir ya que la distribución legal de estos combustibles es rigurosamente supervisada por las fuerzas anti-narcóticos.
La página web de noticias web Meridiano70 informó que entre 2015 y abril de 2016, 300 válvulas de robo ilegales fueron encontrados en la región del Catatumbo, principalmente en los municipios de Tibú (que afectan el campo petrolero del mismo nombre), así como en el Teorema, El Carmen y El Tarra. De acuerdo con las cuentas de Ecopetrol, este año se encontraron 30 válvulas de robo ilegales utilizados para robar 104.000 barriles de petróleo. La empresa estima perdidas de alrededor de 10 millones de dólares anuales con este tipo de robos. A esto hay que sumarle otros 9 millones de dólares adicionales en pérdidas destinadas a la reparación de los ductos y en la limpieza de las áreas afectadas por las tomas ilegales de los ductos ascendiendo la pérdida total hasta $ 19 millones en los últimos 15 meses.
Colombia ha estado tomando medidas al respecto desde 2015. Meridiano70 informó en abril que la policía había destruido 21 refinerías clandestinas, que contaban con 53 marcianos y alrededor de 226.000 galones de crudo y combustible robado después de comenzar la vigilancia en el segundo trimestre de 2015 a lo largo del oleoducto Transandino de Ecopetrol.
Estos hechos demuestran la importancia de la detección de robos de producto en ductos, cada toma encontrada con el sistema de detección de fugas no solo supone al cliente una menor perdida de dinero, sino que además supone menos daño al medioambiente; y en Occidente complica el comercio ilegal de drogas